Despedimos un año lleno de emociones, vivencias, recuerdos, sufrimientos, desilusiones y alegrías, un año en el que tuvimos la suerte de poder contemplar al Señor de Sevilla, al Señor del Gran Poder, en una procesión extraordinaria, conmemorando así y justificando su presencia (aún recuerdo la masa de personas) la Misericordia de Dios, del que todo lo puede, por que... ¿Qué sería Sevilla sin el Señor?
Tuve la suerte de que mi hija con cinco meses de vida, en aquel momento, pudiera ver su primer «pasocristo»... ¡¡¡y que mejor que contemplar la mirada misericordiosa del Señor del Gran Poder!!!, aquel que visitó cuando tan sólo tenía una semana de vida y que con su minúscula mano pudo acariciar el talón, ante la mirada risueña y de ternura, de aquellas mujeres que cada viernes tienen el tiempo preciso y milimetrado para estar con El.
Fue un regalo para Sevilla, un regalo para los que entendemos que la Fe mueve montañas, para aquellos que aún vilipendian con sus hipócritas palabras unas fiestas que de cara al exterior reniegan pero que la celebran cual falso Judas Iscariote, un regalo para aquellos niños que comienzan en el seno familiar a vivir la verdadera fe cristiana, un regalo para los hosteleros y hoteleros de Sevilla, un regalo para los ángeles del cielo que viven en común unión al espíritu de Madre Angelita, un regalo para aquellos que sin poder... pudieron verlo, un regalo para los creyentes y los no creyentes por que estos contemplaron la grandeza de Dios, un regalo para la música, un regalo para los costaleros, para los capataces, para los hermanos, para los devotos.... eso y nada más que eso se puede ceñir a nueve letras y un espacio por medio: «GRAN PODER».
Os deseo una Feliz Navidad, un feliz y prospero Año Nuevo y sobretodo no os alejéis de El...
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