Si con algo me quedo de esta fotografía que ilustra el último boletín de mi Hermandad de Santa Genoveva, no fue por que perdí un día de mi vida por estar con mi hija y mi mujer, que me perdonan por esta pasión, tampoco fue por alimentarme de aquella manera, ni por echarle una mano, como siempre, a mis queridos priostes, ni por levantarme temprano ni llegar tarde a casa, ni nada de eso....
Ante todo agradecer siempre la colaboración y disposición de contar conmigo a mi hermano Juan Adrián Calderón, siempre su compañía es grata y los consejos mutuos hacen que alcancemos unos propósitos de sobresaliente.
Segundo agradecer como siempre la disposición de la Hermandad a contribuir por engrandecer el patrimonio fotográfico de la Santísima Virgen y como no al vestidor de la imagen, Lolo Vespia por su paciencia, disposición y sobretodo amor que le profesa a la Virgen.
Pero todo esto es algo superfluo, si con algo me quedo de esta fotografía y de ese día, es que como cualquier ser humano católico, la Virgen es algo sublime, celestial y divina, es amadísima y no amantísima (como dicen algunos), y de nuevo, una vez más, y perdí la cuenta hace muchísimos años, me encandilo con su belleza, como lucía esas prendas, ese manto que parecía que había salido del corte y confección perfectos para ese día, ese cetro a su justa medida, su saya, su tocado... es un cúmulo de circunstancias que hace que sea amadísima por mi ente de cristiano. Es mi Virgen, mi madre celestial, es la Patrona del Tiro de Línea, y sobre todo y ante todo, la que me hace ser cristiano por la gracia de Dios.
Un orgullo el poder fotografiarla...y perdón por colocar la firma ahí pero ya sabéis como está el tema de la captura de instantáneas sin nombrar a su autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario