El cante popular, la saeta, conjunción de voz con letras que traspasan el corazón del espectador, vinculado a la imagen en cuestión, a su dolor, a su sufrimiento, a la propia Madre. Quejios, martinetes, soleares y tonas son giros poéticos cuando salen de la boca de aquel que "pregona" el cante por cada esquina, rincón o lugar.
Todos tenemos en mente nuestra particular saeta, nuestro cante hecho oración para acompañar a nuestras benditas imágenes.
Machado las calificaba como cancioncillas que tienen por principal objeto traer a la memoria del pueblo, especialmente en los días del Jueves y Viernes Santos, algunos pasajes de la pasión y muerte de Jesucristo (...) coplas disparadas a modo de flechazos contra el empedernido corazón de los fieles".
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