Los Jardines de Murillo son muestra de los parques y jardines que posee nuestra ciudad en comunión con el Parque de la Infanta María Luisa o el del Alamillo, más juvenil y con otro tipología para el viandante.
Murillo parece que pintó su jardín en nuestra Ciudad, de trazas sinuosas y utilizando mucho verde sobre el albero pisado de una plaza de toros. En dicho enclave se encuentra en Paseo de Catalina de Ribera, proveniente de unos terrenos propiedad de la Huerta del Retiro del Alcázar cedidos para la ciudad en el año 1862.
Las calles de la judería hispalense se abrían al paso de estas hectáreas cedidas para confeccionar poco a poco lo que hoy conocemos como los Jardines de Murillo, por cierto jardines muy cofrades, por donde pasa la Candelaria o las Nieves.
A finales del siglo XIX se acometió el primer proyecto de ajardinamiento y amueblamiento de este terreno, el cual era conocido por el "Paseo de los Lutos". Ya en el año 1920, en vistas de la celebración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, se vuelve a acometer una nueva reforma a cargo del arquitecto Juan Talavera y Heredia, formalizando las trazas que se conservan en la actualidad.
El trazado en planta es longitudinal, concebida para el tránsito, mientras que el de los jardines de Murillo responde, por su ubicación y diseño, a un recinto más recoleto. El paseo se estructura mediante un eje central y dos ejes secundarios, paralelos a aquél y dispuestos a ambos lados, que se configuran por parterres delimitados por pretiles de fábrica y azulejería.
El eje central es interrumpido en su punto medio por un amplio espacio circular centrado por una fuente (véase en la fotografía), también circular, sobre la que se alzan, encima de un pedestal con bustos de Colón y los Reyes Católicos, dos columnas que soportan un entablamento coronado por la figura de un león y, a medio fuste, las proas de las carabelas. El monumento, que aporta el elemento vertical de compensación compositiva al paseo, fue diseñado por el mismo arquitecto de la obra, Talavera y ejecutado por el escultor Lorenzo Coullaut Valera.
Dicho monumento está dedicado al descubridor de América, Cristóbal Colón, y va en consonancia con los eventos de la Exposición Iberoamericana de 1929, momento en que se realizó.
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