Vivimos un periodo de Cuaresma en el que los templos se llenan de fieles y hermanos para besar manos y pies de las imágenes de Nuestro Señor Jesucristo. Un hervidero el que se vive en cada una de las iglesias donde residen nuestras Hermandades y Cofradías.
Un símbolo de la Cuaresma, un día al año y un momento del día dedicamos para ir a visitar a Jesús hecho a imagen y semejanza del Rey de Judá. Las priostías se afanan para que este culto sea lo más solemne y devoto posible mostrando sus mejores galas y decorando el espacio sacro con las flores típicas de la pasión, el clavel o rosa rojo y el lirio o iris morado.
Mientras su Madre, María contempla la escena ataviada de la ropa más clásica para estos 40 días y 40 noches que desembocarán como delta de un río en una semana de sueños e ilusiones, lo hebreo y lo divino se unen para realzar aún más la bella de las Dolorosas de nuestra ciudad.
El pañuelo sacro, por que es el que más bendecido está al quitar los besos de los fieles de los pies o manos de Cristo, guarda entre sus hilos la devoción de los Cristianos de Sevilla.
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