La lluvia nos privó este año de contemplar los hermosos rostros de la Reina de la Costanilla y la Reina de la Judería, Salud y Alegría, Alegría y Salud, dos imágenes letíficas de la Virgen, tras un séquito de hermanos y devotos, dejaron huérfanas las calles de la feligresía de San Isidoro y San Bartolomé.
Enjundia y solera atesora los patrimonios de estas dos corporaciones que por el mes de Mayo, nos muestran a María entre loor de aromas de fragancia y elegancia personificada. Lo mejor para Ella y así poco a poco en San Isidoro, el trono itinerante de la Virgen va tomando el reluciente color amarillento del oro para reflejarse la mirada tierna del «Chato de la Costanilla».
En San Bartolomé, un paso de características únicas nos muestra la primera imagen mariana que celebra un culto tras la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Va ella tan sonriente mostrándonos a su Hijo por esas recónditas calles del arrabal de la Judería, que son esquinas de devoción y de oficio para el costalero, ese que hinca sus rodillas al pasar por Vidrio y que la eleva a los cielos cuando cruza el angosto y complejo doble dintel de una de las parroquias escondidas de Sevilla.
Una lástima, una pena, una agonía la que durante el día pasamos aquellos que no nos perdemos la mirada de la Virgen y la sonrisa del Niño cada mes de Mayo, por las calles de Sevilla. El tiempo traicionero lo ha querido así ...
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